Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 5 de enero de 2017

SOBRE LA PETICIÓN REITERADA.

Que, como ustedes saben si me hacen la merced de leerme habitualmente, es la que indica la viñeta.

Este dibujo -no tanto chiste como sarcasmo-, fue publicado hace ya muchos años; algo así como 36, si Pitágoras no mentía. No se puede decir que esta petición haya sido muy atendida hasta ahora, pero estarán ustedes conmigo en que el año recién acabado estuvo la cosa a puntito, con el suicida político señor Sánchez de la manita del chulo señor Iglesias, podemita maleducado.

Y no es que yo sea monárquico -a la vista está en la viñeta de referencia- entre otras cosas porque la monarquía borbónica es incompatible con la decencia de la vida pública a que aspira cualquier persona de bien; antes al contrario, soy republicano. Pero en ningún caso de esa reedición de la Segunda República que se traen bajo el brazo los socialistas y los comunistas y los antisistema y los gilipollas. 

Porque esta gente no quiere una República que limpie la vida pública, que tire a la basura la corrupción, el amiguismo, el enchufismo, el nepotismo y tantas otras delicias como disfrutan los paniaguados del sistema actual. No quieren una República que tire a a basura lo viejo, lo inútil, lo innecesario, lo zafio y grosero. 

No. Ellos quieren una Segunda República bis; una reedición de la hedionda República de sangre -azañistas tiros a la barriga- y de mierda; de robos, asesinatos y zafiedad inmunda. Porque ellos son así: zafios, groseros, hediondos.

Muy lejos de la República a la que un servidor se apunta sin dudarlo: la República Nacionalsindicalista.

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