Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 2 de abril de 2016

SOBRE LOS COMENTARIOS A LO DE AYER.

Lo de ayer, que era el Día de la Victoria como verán si tienen la bondad de bajar unas cuantas líneas. Y los comentarios, que les ruego lean antes de continuar, porque precisamente se trata de agradecerlos y desarrollar alguna idea que los mismos me han propiciado.

Gracias a todos por los comentarios. Recibir vuestras opiniones ayuda a saber que lo que uno dice no se pierde en esa nube postmoderna que a veces nos separa de nuestros semejantes pero que -en justa compensación- también nos acerca a amigos y camaradas lejanos en el espacio y cercanos en el corazón.

Como indica Maite C, lo cierto es que aquella Victoria impidió la España roja que hubiera cambiado el curso de la Historia. De haber persistido el Frente Popular, la GMII hubiera tenido un cariz muy distinto y probablemente hubiese terminado con una Europa sometida a la Unión Soviética. Una vez más, España fue avanzada en la defensa de Dios y de la Religión, y los Obispos de entonces lo supieron ver.

Ya lo indica Old Nick: la guerra la desataron los de siempre, a beneficio de los planes mundialistas del tío José y su frente popular antifascista, implantado en media Europa gracias a la III Internacional que -en espíritu, y quien sabe si todavía también en los recovecos de algún intrincado contubernio mundialista- sigue existiendo y cosechando éxitos. Ya se sabe que el número de tontos es infinito, y los politicuchos, periodistuchos, tontolabas a granel, mamarrachos en general y gilipollas con master abundan como hongos tras la lluvia. Son los que -acomplejados y topiqueros- siguen la norma de la citada III Internacional llamando fascista a todo el que no sea comunista; son los que, muy de derechas, siguen hablando del fascismo de ETA, o del fascismo de los podemitas, o del fascismo de cualquiera que no se siga el juego a lo políticamente correcto, y se atreva a llamarle pan al pan, vino al vino y tonto al tonto.

No hace falta, Old Nick, que haya nadie detrás de esta gentuza. No hace falta el amigo Fidel, ni el pajarito del amigo Maduro, ni el niñato norcoreano, ni el chino que corresponda. La semilla la puso el padrecito Stalin, y ahí sigue, dando fruto en el campo abonado de la estupidez.

Amigo Juan: el problema es que el Ejército al que José Antonio se refería no existe. España no tiene Ejército -pueblo en armas- sino mercenarios. Con todas las salvedades a que haya lugar, con todos los honorabilísimos Jefes, Oficiales y soldados que siguen la carrera militar por auténtica vocación y por patriotismo. Pero el concepto actual de militar es el de simple funcionario del Ministerio de Defensa. Todo por la Patria, de 8 a 15 horas. Y ahí está el ejemplo del señor José Julio Rodríguez, que en su vida anterior fue ni más ni menos que Jefe del Estado Mayor de la Defensa.

Hasta esa hermosa tierra argentina, querido Marcos, un fuerte abrazo.

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