Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 13 de octubre de 2015

SOBRE EL VALOR DE LOS NAPARTARRAS.

Que es como en Navarra se ha llamado siempre -cuando Navarra ha sido Navarra, se entiende- a los cipayos que querían entregar el antiguo reino a la elucubración sabiniana de ese Euzkadi que nunca existió.

Gilipollas ha habido siempre. Entre los mamelucos que argumentan con razones de raza -como los sementales bovinos y los eunucos humanos-, más aún. Por lo tanto, no es extraño que los gilipollas de Sortu no tengan ni puta idea de nada, pero, eso si, rebuznen alto.

Rebuznan como los zopencos que son, cuando afirman -lo cuenta La Gaceta- que el toro de Osborne es "un símbolo de la ocupación española del paisaje de Euskal Herria, y su caída, un reflejo de la caída de la imposición". 

Y rebuznan, porque en su oceánica ignorancia desconocen -amén del nombre del padre, que eso va de suyo en esta gentuza-, que ya en los tiempos del mítico Orison fueron los toros de la Ribera, los rojos carriquiris navarros, los que capitanearon la derrota del cartaginés invasor. Lo cita mi camarada Luys Santa Marina, y sobre la cita escribió un relato maravilloso mi otro camarada, Rafael García Serrano, en Los Toros de Iberia.

El toro es consustancial a Navarra, como lo es a España, y sólo unos catetos ignorantes pueden definir su perfil como "símbolo de la ocupación española del paisaje de Euskal Herria". Ni siquiera teniendo en cuenta que Navarra ni es, ni ha sido nunca, "Euskal Herria," aunque anden ahora sus instituciones copadas -más que ocupadas- por los separatistas serviles, los traidores a su Historia. Los tontos.

Los tontos que se creen alguien porque, con nocturnidad y sin alevosía -porque la alevosía implica premeditación, y estos energúmenos no tienen inteligencia para meditar nada- tiran al suelo un armatoste de cartón piedra. 

Si este es el valor de los napartarras de Sortu y demás cretinos de la misma ralea, no hay de qué preocuparse. Como conejos van a correr.

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