Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 5 de julio de 2012

DICEN QUE "PIDEN" SACRIFICIO (por Arturo Robsy).

La frase parece de Rajoy y tiene aire de disculpa, pero no lo es. "Estamos pidiendo un sacrificio a todos los ciudadanos..."

La perversión del lenguaje es tan absoluta que hasta un timorato presidente del gobierno confía en que aceptemos que nos sacrificamos porque lo "pide". Pero eso no es más que cinismo impune. Rajoy y su partido liberal saben perfectamente que nadie aceptaría voluntariamente ese sacrificio en beneficio de las finanzas que nos han atrapado con la usura.

Lo que hacen estos gobernantes es imponérnoslo a la fuerza. Ya porque a los funcionarios les llega el sueldo con el descuento obligatorio, ya porque quien no acepte se las verá con Hacienda o con la Policía. De lo contrario aquí hubiéramos reaccionado como lo hizo Don Quijote con Sancho: "Si tú das en pedir yo daré en no dar, y así daremos todos".

Somos gente muy capaz de sacrificarnos por los demás y por la Patria. Lo que no se nos puede "pedir" es que nos sacrifiquemos por la usura internacional y quizá hasta por los señores que nos han descalabrado. Hay soluciones mejores que seguir en manos de usureros para siempre: esta deuda que pagamos endeudándonos más no nos dejará. Será la sanguijuela nacional y sanguijuelas los nuevos publicanos que prefieren sacarnos lo poco que dejaron, aunque nos lleven a la intemperie y al hambre.

No estaría de más "pedir" a Rajoy, que se atreva a no pagar las deudas que contrajeron otros. Salvo que, en el fondo, se sientan solidarios con los que nos despluman y olviden lo básico español, o sea, "que tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe".

Los que nos han gobernado ignorando esta verdad han descubierto que, como no dijo Azaña, España se acuesta dócil y se despierta furiosa.

Dios nos quite la paciencia.

Arturo Robsy.

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