Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 20 de marzo de 2012

SOBRE LA IMPERIOSA NECESIDAD ANDALUZA.

Necesidad que, a tenor de lo dicho -¿acaso rebuznado?- por el señor Griñán, no es, como pudiera pensarse, la limpieza de la corrupción, ni el paro galopante, ni los nefastos resultados educativos.

La primera necesidad de los andaluces es -véanlo en La Gaceta- la incorporación del flamenco a los colegios y al resto de niveles del sistema educativo público andaluz.

Ahí, con un par. Los andaluces no necesitan saber que de Huelva salieron las tres carabelas -que eran dos, puesto que la Santa María era nao-, ni que Sevilla fue la puerta de América durante tres siglos; ni que fue uno de los lugares predilectos de Carlos I; ni que en Bailén ocurrió la derrota con la que comenzó el declive de la estrella napoleónica; no necesitan saber que en Andalucía nacieron los hermanos Bécquer, Diego Velázquez, el duque de Rivas, Martínez de la Rosa, García Lorca y -aunque a mí no me haga puñetera gracia, ni como comunista ni como poeta- Rafael Alberti. No necesitan saber que Andalucía dió emperadores a Roma, y grandes capitanes que se inventaron la Infantería moderna en tierras italianas.

Los andaluces no tienen necesidad de saber leer, ni de saber escribir, ni de saber sumar. Al parecer, con que el señor Grián y sus sociatas sepan restar van todos listos, y para ser carne de PER no hacen falta estudios. No tienen necesidad de conocer más río que el que pase por su pueblo, ni más monte que el de piedad.

Lo que si necesitan urgentemente, es saber flamenco y así, -como queda dicho al principio- lo promete, si gana las elecciones, el señor Griñán que, al aire de esta promera electoral, arremetía contra “el pensamiento único con que siempre las clases conservadoras han querido imponer su ideología”.

Y uno se pregunta si no es, precisamente, el cliché de la Andalucía de peineta, traje de lunares, pandereta y flamenco, el pensamiento único que quiere imponer la clase conservadora socialista; si no es este socialismo ramplón y arcaico el que pretende que Andalucía no levante la cabeza más allá del tópico, tan lejano de la realidad como próximo al reclamo de catetez del señor Griñán.

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