Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 16 de marzo de 2012

SOBRE COMO SE HUNDEN LAS CIVILIZACIONES (Comentario de ARTURO ROBSY).

Comentario que, a propósito de la entrada acerca de la huelga de las obreras del genitalismo, les transcribo sin más, porque ilustra sobradamente:

* * * * *
También soy contrario a estas reformas, pero estamos viviendo en dilema: o las del PP o el regreso a las del Psoe y, en ambos casos, la miseria. Y sucede incluso teniendo ejemplos, históricamente cercanos, de cómo se pueden combatir estos desastres económicos que, de entrada, se nos llevan la poca independencia que teníamos.

Y sí, con el sexo pasa lo que con la política: todo se politiza y todo se sexualiza, empezando por la política misma. Porque, Rafael, la perversión es buena y bien se ve que todas estas cosas son perversiones subvencionadas. O amateurs. Ya Nietszche anunció en su última obra, La Voluntad de Poderío, que preveía dos siglos de nihilismo arrollador y estas cosas de transmaribolleras son nihilismo y no algarrobas. De hecho los fines de fiesta de una civilización constan de nihilismo, de no creer, de no querer, de entregarse a la sopa boba o a la matriz inerte. Y de ensalzar la neurona calva.

Y estas gentes politizadas a la extranjera, liberales no libres y rojos no bermejos anunciaban antes del 75 la invasión del nihilismo que, con ayuda de los medios y de un torpe concepto de la libertad, arrollaba las compuertas del sentido. Decían esa memez de que la política es el arte de lo posible cuando sabían muy bien que era el arte de lo imposible, porque imposibles eran sus pretensiones y sus programas. ¿Crees que los españoles, de saber lo que vendría hubieran votado por semejantes mamelucos? Pero sucedió exactamente lo imposible. No lo improbable, que también, sino lo imposible: o sea que todo lo hecho y legislado fue en beneficio de las muchas imposibilidades y lo que acabamos teniendo y tenemos es una estructura nacional que no sirve para nada y que ha funcionado, desde el principio, al margen de lo español, del pueblo español, de las necesidades españolas. Un Estado que nada tiene que ver con nosotros y del que no acertamos a librarnos.

España siempre sorprende a los españoles. Y esa es una verdad más que comprobada.

Arturo.

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