Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 12 de febrero de 2012

SOBRE EL BUSTO.

Lo siento por quien haya llegado hasta aquí pensando, por el titular, que este diario se había pasado a la modernidad y el progresismo del comercio glandular; pero el busto de que se trata es el de doña Dolores Ibarruri (a) Pasionaria, robado -cuenta Minuto Digital- de su emplazamiento en la comunista localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid, probablemente -dicen- para fundirlo y rescatar el cobre.

Los nostálgicos del PCE de dicho pueblo consideran que este robo es -ni más ni menos- un ataque a la memoria histórica, porque la Pasionaria fue un ejemplo de valentía y dedicó su vida a luchar contra el fascismo.

Hay quien dice -con motivo para saberlo- que doña Dolores hizo otras muchas cosas en su vida ejemplar. Así, por ejemplo, y espigando en el Diccionario para un Macuto, de Rafael García Serrano, se puede leer:

* * *

- Lo que no hizo en la guerra la “Pasionaria” fue ponerse delante de nadie, a excepción de Antón, si ha de creerse a su camarada Jesús Hernández, y para menesteres que Góngora hubiera situado en un dulce belicismo, aquel de “a batallas de amor, campos de pluma”.

* * *

- El relato puede encontrarse en Hombres made in Moscú. Las chicas venían pegando.

Pertenecían a unas compañías formadas bajo la bendición y revista de “La Pasionaria”. “Pelo teñido, mucho carmín, desenfado en los ojos, y grandes ojeras.

‘-¡Desnúdense!

‘Abrieron los ojos con sorpresa.

‘-¡Desnúdense !

‘-Con que se levanten las faldas es suficiente, comandante.

‘Y ellas se levantaron las faldas. Castro se volvió de espaldas, y esperó a que el capitán se dirigiera a él.

‘-Siete con gonorrea, comandante.

‘-Siga ya solo, capitán.”

El informe que le entregaron fue desastroso: “Doscientos milicianos enfermos e inutilizados para combatir por un largo período... De doscientas milicianas reconocidas, el 70 por 100 padece de enfermedades venéreas... ‘¡Hijas de p... ! Debería fusilar a unas cuantas!”, pensaba Castro. Entonces se fue a ver a “La Pasionaria”, a la que llama “la santa roja”. Doña Dolores dijo que aquello era una maniobra de Castro y defendió a las chicas. Castro le hizo una buena pregunta, con el permiso de la santa: “¿Por qué entre los combatientes y las putas das preferencia a estas últimas?

* * *

- Pero Castro, años después, ofrecería este lúbrico balance que corresponde, además, a la época más pura de su revolución. Todavía Franco no ha tomado Toledo y ya se han visto las siguientes cosas: Dolores, nuestra nunca bien ponderada ‘Pasionaria’, a la que se quiere presentar como el símbolo de la mujer española, ha comenzado a acostarse con Francisco Antón, del que se rumorea que van a hacer miembro del Buró Político.

* * * * *

En fin que ese es el ejemplo al que los nostálgicos comunistas erigen bustos.

Con lo cual, nada de extraño tiene que, si el mezquino Rodríguez mandó quitar las estatuas de Franco para meterlas en un almacén, las de la Pasionaria acaben en una chatarrería.

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