Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 1 de febrero de 2012

SOBRE LAS ELECCIONES ASTURIANAS.

Las que ha adelantado el señor Álvarez-Cascos, en vista de que no ha conseguido que el Parlamento regional apruebe sus presupuestos.

Como era de esperar, todos los habituales se han echado encima, poniéndole a caer de un burro; y si para el nostálgico Llamazares el adelanto electoral pone de relieve el fracaso de Álvarez-Cascos, para el pepero Esteban González Pons se debe a que "o manda o no sabe gobernar" y dialogar en minoría.

Y -como también era de esperar- a mi me parece que don Francisco Álvarez-Cascos ha dado una lección: la de que si a uno le ha elegido para una cosa, tiene que hacerla; pero sin chanchullos, sin concesiones a cambio de un voto, sin conchavarse para mantener la poltrona a cualquier precio. Sin vender a los electores que le han votado a cambio de mantener la popa cómoda.

Y parece que a los de siempre, los del sistema, la casta político-sinvergüenza les ha picado. Por algo será.

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