Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 22 de junio de 2012

SOBRE EL PUNTO DE INFLEXIÓN DE LA CEOE.

Que así -hacia el punto de inflexión- se llama el informe que -informa El Mundo- ha presentado el presidente del Instituto de Estudios Económicos (IEE) y miembro del Comité Ejecutivo de la CEOE, José Luis Feito.

En él, reclama que se despida a empleados públicos, que se bajen sus sueldos y que se suba el IVA y los demás impuestos indirectos, como el de los hidrocarburos.

Por supuesto, el señor Feito no pensará acudir nunca a un hospital de la Seguridad Social porque será suficientemente rico como para pagarse clínicas de dieciséis escalpelos; no pensará nunca necesitar de la Policía, porque será lo suficientemente rico como para pagarse seguridad privada; no pensará necesitar de los Bomberos, porque será suficientemente rico como para que igual le resulte rentable que se le queme un edificio de vez en cuando y cobrar el seguro. No tendrá en mente lo de hacer colas en las ventanillas vacías de la Administración, porque será lo suficientemente rico para que otros se lo hagan. O quizá piense que, al ser suficientemente rico, podrá sobornar a los funcionarios; y pensará -al ser suficientemente deshonesto- que aquellos se lo admitirán.

Puede, incluso, que el señor Feito rechace la posibilidad de que España necesite a sus Fuerzas Armadas, o que -como será suficientemente rico- le importe poco dónde llevarse sus dineros. O donde se los ha llevado ya, que todo pudiera ser.

Ya se que lo de meterle mano a los funcionarios está de moda. Hace un par de días lo comenté, creo que con cierta claridad, aunque sólo un par de comentarios me daban la razón. El empleado público es el pimpampum de esta feria llena de trileros, y quien más, quien menos, tira su bolita pensando en el primo del sobrino del cuñado que él sabe que está enchufado y no da palo al agua; pero sin pensar que la culpa de los enchufados la tiene el que, sabiéndolo, sigue votando a los enchufadores.

En fin, no voy a seguir intentando convencer a quienes -Longanessi dixit- no tienen ideas, sino antipatías. Los demás, piensen si el señor Feito y la CEOE no se retratan en sus demás peticiones: subida del IVA y de los impuestos especiales. O sea: los que paga todo el mundo al mismo precio; los que paga igual el parado que el señor Feito; los que paga igual el funcionario que el señor Feito; los que paga igual el mileurista -si llega- que el señor Feito. O quizá no, porque al señor Feito se lo pagará la empresa, que luego lo desgravará al pasar por Hacienda, y el parado, el funcionario y el mileurista lo pagarán de su puñetero bolsillo.

El señor Feito -perdone que personalice, pero usted es el sicario de la CEOE que lo ha dicho- quiere que suban los impuestos más injustos, pero no se le ocurre pedir que se le suban unos puntos de IRPF a los chulos de la economía como el propio señor Feito. Ni que se le suban impuestos a los bancos, que pese a estar a punto de quiebra siguen repartiendo dividendos y presumiendo de ganancias; ni a las grandes empresas -eléctricas, gasísticas, petroleras, telefónicas- que siguen obteniendo beneficios multimillonarios y aún se quejan porque quieren más.

¿Ven ustedes quienes arremeten contra los funcionarios?

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