Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 7 de octubre de 2011

SOBRE LA HUELGA POLÍTICA.

En la portada de 20 Minutos de hoy -edición papel de Madrid- me llama poderosamente la atención una foto, que muestra la manifestacion de estudiantes con que celebraron su huelga ayer. Si desean comprobar la mencionada imagen, pulsen sobre la que les ofrezco aquí, que les llevará a la portada del periódico en formato pdf, porque en la edición digital la foto ha desaparecido.

Bien; el caso es que los estudiantes dicen que los recortes en Educación les privan de clases. Su huelga acaso no, tal vez porque son conscientes de que su futuro pasa ineludiblemente por las acampadas gorrinas, las manifas protestofolclóricas, el lloriqueo en busca de teta a la que engancharse y -los más tontos y vagos- por algún escaño en el Parlamento. Los que además tengan máster de sinvergonzonería, y enchufe adecuado, puede que algún Ministerio, según reciente enseñanza. Cosas todas ellas para las que vociferar por las calles gritando pareados cutres, repitiendo tópicos, recreando estereotipos, vomitando cretinez, son buena asignatura.

Tal vez por eso los estudiantes, tan preocupados por su educación y tan solidarios con sus profesores, decidieron ayer mostrar su concienciación ciudadana y su interés social, sacando las pancartas, los estribillos y las banderitas a la calle.

Lástima que -la foto de que hablo lo muestra- los estudiantes que ayer se manifestaron tras la holganza escolar, sólo fueran los más atrasados, los ignorantes, los nostálgicos, los anticuados, los inmovilistas, que andan anclados en la preconstitucional banderilla de la Segunda República.

¿O es que al final van a tener razón doña Lucía Figar y doña Esperanza Aguirre, y todo esto es una huelga política?

SOBRE OTRO ANIVERSARIO.

Ayer les hablaba del aniversario del golpe de Estado socialista de 1934 (con añadido, como me señalaba un amable comunicante, de republicanitos burgueses tipo Azaña, de los tres comunistas que había entonces, de anarquistas y de gentuza varia de mal vivir pero buen cobrar), y hoy toca otro aniversario.

No es que me haya dado por las efemérides, sino que las cosas vienen así. Si acaso, los culpables de la concentración serán los rojoburgueses republicanos del 34.

El caso es que tal día como hoy tuvo lugar la más alta ocasión que vieron los siglos, en palabras de quien participó en ella, don Miguél de Cervantes Saavedra, soldado de la primera Infantería de Marina del mundo.

La ocasión, por si algún tolerante, algún xenófilo, algún imbécil, algún rojo o algún iletrado -condiciones no excluyentes- pasa por aquí, es la de Lepanto. Si quien pasa por aquí es un simple despistado -de los que no sabemos en qué día vivimos-, le ruego no se considere incluido entre la citada fauna profesionalmente imbécil.

El caso es que allá por el siglo XVI, la flota de La Cristiandad -que así se decía entonces- que era la flota de España con alguna ayudita casi simbólica de otros, efectuó una operación de mantenimiento de la paz, y de salvaguarda de las costas italianas, de las francesas -aunque Su Cristianísima Majestad el Rey de Francia no pusiera una pica, ni un puñetero arcabuz, en la empresa- y de las españolas, donde los moros -que así se decía entonces-, pirateaban, asesinaban, robaban, secuestraban y esclavizaban cuanto querían.

En fin, si trasladamos las líneas generales a las cincunstancias del momento actual... Bueno, que cada cual traslade por su cuenta, y piense si nos vendría bien un hombre llamado Juan.

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