Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 16 de septiembre de 2011

SOBRE OTRO COMENTARIO Y DEBATE.

De sobra saben los habituales que pueda tener, que nada hay que más me agrade que una buena chirinola dialéctica, sobre todo cuanto el enemigo desciende a la diatriba o el insulto, que me permite soltar la mala leche que Dios me dio.

También saben los habituales que me gusta sobremanera el debate racional, sosegado, educado y respetuoso; intercambio de razones, opiniones y pareceres que siempre enriquece.

Por este motivo, traigo de nuevo aquí el comentario recibido en mi entrada de ayer que, a su vez, era respuesta a otro comentario. Entiendo que las argumentaciones tienen valor más allá de lo individual, y pueden resultar interesantes para cualquier lector que pase por aquí.

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Don Rafael,

Ante todo gracias por responder tan generosamente a mi comentario.

Su análisis, razonado desde los principios de los cuales usted parte, le permiten llegar a resultados de argumentación coherente. Pese a esto, soy de la opinión que algunos de esos puntos de los que usted parte son cuestionables, discutibles, aunque del todo susceptibles de ser defendidos en plena libertad.

Yo respeto su concepción de Nación o Patria, pero en mi caso no son términos con demasiado sentido. Y no me refiero a la supuesta patria o nación española. He discutido con muchos independentistas de la Nación Catalana justamente diciéndoles lo mismo. Para mi las Patrias como unidades sacrosantas, como entidades en si mismas, como ideas puras del tipo platónico o metafísico, no tienen ningún interés. Por supuesto, insisto, estamos hablando de posturas respetables y legítimas, y no tiene mucho sentido que nos las discutamos aquí.

Lo que sí me permito es decirle que se equivoca en una apreciación: CiU no es independentista. A veces lo parece para seducir a su cuota de mercado electoral independentista. También, fíjese, a la hora de la verdad, no hablan abiertamente de independencia, sino que usan términos eufemísticos: soberanismo, derecho a decidir... y eso cuano Duran Lleida no se declara directamente partidario del unionismo con España (aquí, en Cataluña, eso se lo hemos oído). Y todo por no alarmar a su cuota de mercado electoral no independentista pero sí conservadora y moderadamente catalanista (autonomista, vaya). Tampoco es cierto que el partido socialista en Cataluña (PSC-PSOE) sea independentista. Nada más lejos de la realidad. Ya le digo yo que si CIU y PSC fueran independentistas el Parlamento Catalán ya hubiese proclamado unilateralmente la independencia hace tiempo. Las únicas formaciones que se declaran abiertamente independentistas son ERC (minoritaria) y un par o tres de formaciones residuales: la formación de Laporta (S.I.) y la de Joan Carretero (Reagrupament), ambas escisiones de ERC. Vea usted si está mal el independentismo político en Cataluña.

Sin ánimo de discutir, como usted sabe. Yo entro a leerle por entrar en contacto con otros puntos de vista, y si cabe intercambiar unos comentarios de modo cordial.

Un saludo.

De Melk

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Por supuesto, señor De Melk, conozco y aprecio la forma cordial en que en ocasiones debatimos, y ya le comenté que era para mi una satisfacción poder intercambiar opiniones de forma educada y correcta, por lo que le agradezco sus comentarios que siempre serán bienvenidos.

Partimos, a lo que se ve, de principios distintos, de manera que difícilmente podremos llegar a un acuerdo en la consideración de Nación y Patria. Para mi, España es -como la definiera José Antonio Primo de Rivera- una unidad de destino en lo universal. Y casi prefiero la de Julio Ruíz de Alda que la denominaba unidad de misión en lo universal.

Evidentemente, definiciones que hoy son catalogadas -no tanto por lo que dicen, como por quién las dijo- como fascistas. Pero definiciones que, en mi opinión, reflejan bien que una Nación es una labor contínua, un trabajo de cada día que se desarrolla a través de los tiempos, y que nosotros, los que actualmente formamos su cuerpo social, sólo la tenemos en usufructo.

Esto lo digo sin ánimo de convencer, porque si no se siente primero a la Patria, es difícil racionalizarla. Sólo lo expreso para aclarar mis conceptos.

No coincido en que CiU o PSC no sean independentistas. Lo son en sus actitudes, aunque a la hora final no se decidan a revelarlo nítidamente. Pero sus declaraciones -véanse las recientes del señor Màs o la señora Chacón-, son claramente separatistas, y con este tipo de soflamas acaparan votos. Cierto que puede haber un electorado no independentista pero si autonomista que vote a CiU, de la misma forma que hay un electorado católico que vota PP. Los misterios por los que una persona vota lo que no coincide con su deseo político es algo que jamás he entendido, pero que evidentemente existe.

Los diferentes Gobiernos de la Generalidad de Cataluña -desde Jordi Pujol al actual, pasando por los del PSOE- han ahondado cada vez más en el rechazo a lo español, en la imposición antidemocrática e inconstitucional del catalanismo; en la persecución de quien rotulaba su comercio en español, o pedía los exámenes en español.

Si las formaciones abiertamente separatistas son minoritarias, lo son por la misma razón que es minoritaria IU: porque ya hay quien ocupa su lugar. En el caso de Cataluña, los partidos grandes ya hacen la política catalanista que piden los pequeños; en el de IU, ya la hace el PSOE, escorado nuevamente al marxismo-leninismo-revanchismo con Rodríguez.

Por supuesto, coincido en que si CiU y PSC-PSOE lo hubiesen querido, habrían proclamado la independencia, no se si unilateralmente, o con el beneplácito del PSOE en el Gobierno central. Pero esto es algo que no les interesa. Obtienen mucho más jugando con los altibajos del soberanismo, el palo y la zanahoria, que les da buen rendimiento en ambos sentidos, el interno de la política autonómica, y el externo de la política nacional.

Salvo que alguien pierda completamente los papeles, los políticos separatistas saben que no les conviene la independencia. Porque si Cataluña fuese un país independiente, ellos no tendrían a quien echarle la culpa de su ineptitud, ni tendrían cortinas de humo tras las que ocultarse.

Hoy mismo dice la prensa -Minuto Digital- que los catalanes que sufren carencias alimentarias se han triplicado desde 2009 y ya suman 1,5 millones de personas, según la Fundación Banc dels Aliments de Barcelona. ¿Qué sería de los políticos separatistas catalanes si no tuvieran la discusión sobre si el español si o no, y tuvieran que hacer frente a estas realidades? ¿Qué seria de ellos si tuvieran que gobernar en serio, sin un Estado central al que pedirle árnica y echarle la culpa de todos sus males?

¿Qué sería de los políticos separatistas si tuvieran que explicar el sueldo de no se si un cuñado, o primo, o familiar de Carod Rovira en la miniembajadita de la Generalidad en París? ¿Como explicarían los recortes en sanidad, cómo explicarían a los famélicos que el señor Màs se vaya a gastar cuatro millones de euros en viajes este año? ¿A quien le pedirían avales si fueran independientes?

No; los separatistas catalanes viven demasiado bien a costa de la España que maldicen, en cuya mera existencia ocultan toda su irresponsabilidad e ineptitud. ¡Se van por la pata abajo sólo de pensar en tener que hacer frente a un Gobierno propio, sin un centralismo al que culpar!

Obsérvese que no entro en el tema económico, de si Cataluña da al Estado más de lo que recibe -sobre lo que hay diversidad de opiniones-, ni de si una Cataluña independiente podría mantener su actual nivel de vida. Esos asuntos los dejo a los que entiendan de ello, que no es mi caso.

Así lo veo, y aunque cabe la posibilidad de que me equivoque, no parece que los hechos me vayan quitando mucho la razón.

Un cordial saludo, amigo De Melk.

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