Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 22 de marzo de 2011

SOBRE LA "NO GUERRA".

Porque lo de Libia, señores, no es una guerra -váyanse enterando- sino una operación de paz. ¿Es que no saben ustedes que bombardear un país es lo más pacífico que hay?.
¿Que la ONU ha determinado que se proteja a la población civil, pero no ha autorizado la agresión? ¡Bah, detalles! A Sarkozy le hace falta remontar popularidad, que la tiene muy caída; a Obama le viene de perlas que los franceses hagan el trabajo sucio -esconden la mano detrás del que tira la piedra-, y si estos gabachos se las arreglan para embarcar al pacifista Rodríguez, miel sobre hojuelas, y que vaya pagando su sentada ante la bandera USA con el arriamiento calzonil.
¿Que la exclusión aérea autorizada no contempla que se destruya todo lo que se pille a mano? ¡Tonterías! Estos leguleyos de la ONU no tienen pajolera idea de nada, y ya deberían haber aprendido que, para impedir con unos aviones que otros aviones vuelen, es necesario primero destruir las defensas antiaéreas. Eso es de cajón, y no vamos a preocuparnos por unos renglones de más o de menos en la resolución onuesca, que para eso es nuestra.
¿Que los tanques que destruyeron el primer día no son precisamente un medio de combate aéreo muy sofisticado? ¡A ver si nos dejamos de tiquismiquis, leñe, que con lo caro que está el combustible hay que aprovechar!
Hay, pues, que proteger a los civiles. Pero, evidentemente, sólo a los de un lado. Los que están con su Gobierno, que se joroben, que se cambien de lado, que se rebelen.
No hay nada, en el ancho mundo de los gilipollas internacionales, como ser rebelde. Se admite, se tolera, se recibe, se agasaja al dictador -socialista- de Libia mientras nadie levante la voz. Pero en cuanto se rebelen unos cuantos civiles, al carajo con el dictador, que ahora es malísimo puesto que ha sido tan torpe de hacer lo mismo de siempre, y lo mismo de todos, pero sin esconderlo.
Por cierto, que -y ahora viene lo auténticamente serio- esta moda de proteger, de reconocer, de ayudar a cuantos se rebelan, tiene su parte curiosa.
Porque los libios que tomaron por las armas buena parte del país, siguen siendo civiles. A pesar de que todos hemos visto las imagenes de televisión donde estos civiles aparecen bien armados, presumiendo de kalashnikov, que es que ya no sabe uno de dónde salen tantos. Incluso -como buen ejército de Pancho Villa- disparando al aire, lo que demuestra que no les preocupa la falta de municiones, luego están bien surtidos.
¿De dónde salen tantos fusiles, tantas municiones? ¿De donde los misiles con los que han derribado -que se sepa- dos aviones de combate? Porque esto fue antes de la no-guerra. ¿Esto es ser civiles a los que hay que proteger? ¿Cuántas armas de guerra tiene que llevar encima un tipo sin que le consideren combatiente?
Es más: ¿sigue vigente aquella normativa internacional de guerra por la que un combatiente -esto es, un individuo alistado y armado- debe llevar uniforme, y si no lo hace así será considerado espía?
Todas estas dudas no creo que me sean respondidas por don José Luis Rodríguez, ni por doña Carmen Chacón, ni siquiera por doña Pilar Bardem y su cejisindicato. Todos ellos andan contentísimos, poniéndose bien cerquita de los gobernantes de derechas -franceses, británicos, italianos-, y, sobre todo, lamiéndole las botas -no me dirán que no estoy comedido hoy- a Obama.
Probablemente, tampoco a ninguno de ellos se les habrá pasado por la imaginación que lo suyo puede ser, fácilmente, un delito de conspiración para la guerra de agresión, esa curiosa figura legal creada a posteriori para asesinar a los altos mandos alemanes tras la GMII.
Y, por supuesto, la situación de hoy con Libia es diferente a la de ayer con Irak. Hoy se trata de un asunto interno de un país soberano, cuyo Gobierno -mejor o peor, no es el caso- se defiende de insurgentes patrocinados con armas por quien sabe quien. Ayer -Irak- se trataba de un país cuyo Gobierno -tras asaltar un país vecino, Kuwait, lo que motivó su defensa por parte de sus aliados-, había pedido la paz, que le fue concedida a condición de que su armamento fuera reconocido periódicamente por la ONU, obligación que incumplió reiteradamente.
Esa es la realidad. Lo demás, son ganas de dar salida a los armamentos con fecha de caducidad próxima y de embarazar la cerdita.

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