Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 9 de febrero de 2011

SOBRE UNA INTERESANTE INFORMACION.

Que, como tantas veces, me llega por correo electrónico.
Como desconozco la manera de ofrecer desde aquí las presentaciones de powerpoint, me he tomado la libertad de transformarla a video para que, si gustan, puedan disfrutarla. Para ello, bastará -espero- que pulsen sobre la imágen, lo que les llevará a mi almacén.
Si lo prefieren, pueden descargársela en su formato original desde este enlace.
Y no se pierdan el final.

SOBRE EL GRAN INVENTO.

Dice El Imparcial que el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, se ha mostrado favorable a relacionar los salarios con la productividad; cosa nada asombrosa, porque ya lo mandó la -según Rodríguez, fracasada- señora Merkel en su reciente visita.
Esta relación entre salarios y productividad, así dicho, puede despistar. En definitiva, se trata de que las empresas con beneficios paguen mejor que las que estén a verlas venir, cosa que cualquiera puede entender mejor.
Es un gran invento, por supuesto. Ha descubierto la pólvora doña Angela, ha encontrado la piedra filosofal Zapatero, ha entrevisto en la distancia el Pacífico don Valeriano.
Lástima que ya haga varios decenios -más de cuatro- que esté inventado. Se llamaban pagas de beneficios, y la injusta, insolidaria, represiva legislación franquista las contemplaba.
Si se hubieran estado quietecitos, en vez de remover, eso que nos habríamos ahorrado. Pero es que son como críos con juguete nuevo: hasta que no lo destripan todo, no paran. Lo malo de estos individuos es que juegan con nosotros.

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