Don Pedro Zerolo, secretario de Movimientos Sociales y Relaciones con las ONG del PSOE y -creo recordar, concejal del madrileño ajuntamiento- se queja amargamente porque doña Ana Botella haya abierto expediente a los promotores del carnaval sodomita que llaman Orgullo Gay por excesos acústicos.
El señor Zerolo no duda en calificar a la señora Botella de “cínica e hipócrita” -véase El Plural-, y afirma que Ana Botella y Gallardón trabajan desde hace años para que el Orgullo desaparezca. Ni que decir tiene, que el señor Zerolo clama por la igualdad, la diversidad y la ampliación de derechos, aunque tal vez, en su excitación -democrática, como los orgasmos que le surte el señor Rodríguez-, olvida a aquellos ciudadanos que, precisamente por ser iguales ante la Ley, no tienen por qué soportar sus ruidos; a aquellos que, precisamente por existir diversidad, no tienen por qué someterse a los "orgullosos"; a aquellos que tienen su perfecto derecho a que no les den la murga.
El señor Zerolo -si no es ten ceporro como en ocasiones parece- debe saber que el mismo alcalde Gay-ardón ha subvencionado generosamente a los "orgullosos"; y que -por contra- ha prohibido instalar unos altavoces para que los convocantes de una concentración autorizada pudieran dirigirse al público asistente, precisamente por el asuntillo de los decibelios subidos.
O sea, que de lo que se trata -por la parte del señor Zerolo- es de tener privilegios por ser maricón, -bujarrón o bardaje, que en eso no me meto- evidente ejemplo de discriminación que la futura Ley de la señora Pajín sobre el tema habrá de tener en cuenta.
Para que la susodicha señora Pajín -y su ínclita comadre Bibiana- no me empapelen por decir que el señor Zerolo es un maricón -o puto, que nunca se sabe-, debo aclarar que aplico lo aprendido en el inventario general de insultos, de Pancracio Celdrán -que trata más que de los insultos de la semántica- de donde tomo igualmente la siguiente definición:
-
Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades,
de carne tumefacta y pensamiento inmundo,
madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño
del amor que reparte coronas de alegría.
Contra vosotros siempre, que dáis a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de la Habana,
Jotos de Méjico,
Sarasas de Cádiz,
Apios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Floras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.
¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!
-
Y para que la basta -que no vasta- cultura de doña Leire o doña Bibiana no tomen el número cambiado, véase que el autor de los anteriores versos es, ni más ni menos, uno de sus poetas de referencia: Federico García Lorca, en su Oda a W. Whitman, de Poeta en Nueva York.
El señor Zerolo no duda en calificar a la señora Botella de “cínica e hipócrita” -véase El Plural-, y afirma que Ana Botella y Gallardón trabajan desde hace años para que el Orgullo desaparezca. Ni que decir tiene, que el señor Zerolo clama por la igualdad, la diversidad y la ampliación de derechos, aunque tal vez, en su excitación -democrática, como los orgasmos que le surte el señor Rodríguez-, olvida a aquellos ciudadanos que, precisamente por ser iguales ante la Ley, no tienen por qué soportar sus ruidos; a aquellos que, precisamente por existir diversidad, no tienen por qué someterse a los "orgullosos"; a aquellos que tienen su perfecto derecho a que no les den la murga.
El señor Zerolo -si no es ten ceporro como en ocasiones parece- debe saber que el mismo alcalde Gay-ardón ha subvencionado generosamente a los "orgullosos"; y que -por contra- ha prohibido instalar unos altavoces para que los convocantes de una concentración autorizada pudieran dirigirse al público asistente, precisamente por el asuntillo de los decibelios subidos.
O sea, que de lo que se trata -por la parte del señor Zerolo- es de tener privilegios por ser maricón, -bujarrón o bardaje, que en eso no me meto- evidente ejemplo de discriminación que la futura Ley de la señora Pajín sobre el tema habrá de tener en cuenta.
Para que la susodicha señora Pajín -y su ínclita comadre Bibiana- no me empapelen por decir que el señor Zerolo es un maricón -o puto, que nunca se sabe-, debo aclarar que aplico lo aprendido en el inventario general de insultos, de Pancracio Celdrán -que trata más que de los insultos de la semántica- de donde tomo igualmente la siguiente definición:
-
Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades,
de carne tumefacta y pensamiento inmundo,
madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño
del amor que reparte coronas de alegría.
Contra vosotros siempre, que dáis a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de la Habana,
Jotos de Méjico,
Sarasas de Cádiz,
Apios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Floras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.
¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!
-
Y para que la basta -que no vasta- cultura de doña Leire o doña Bibiana no tomen el número cambiado, véase que el autor de los anteriores versos es, ni más ni menos, uno de sus poetas de referencia: Federico García Lorca, en su Oda a W. Whitman, de Poeta en Nueva York.