Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 9 de diciembre de 2010

JUAN IGNACIO, ¡PRESENTE!.

Procedente de La Ballena Alegre, me permito unirme, en la convocatoria y la emoción, al recuerdo de nuestro camarada Juan Ignacio, asesinado a la puerta de su casa por "elementos desconocidos" y nunca hallados hasta hoy.
Aquí les dejo las palabras y la memoria del más evidente asesinato político que guarda la trastienda -sucia- de este sistema:


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Por JOSÉ PEDRO CRUZ SANZ (BUNKER)


Hace 30 años, militaba en Fuerza Joven, aún no había cumplido mi mayoría de edad, y mantenía en ese partido una militancia activa, sincera, dispuesta y sin ambages.
Era una militancia noble, de juventud, de horas restadas a los estudios, una militancia de primeras novias, y también de primeros combates. Era una militancia de pólvora y sabor a sangre en la boca; también de sabor a hieles, cuando veíamos que no teníamos el paraguas protector del estado y de la policía, (a pesar de que nosotros éramos gente de orden), que no teníamos el paraguas protector de la iglesia, (a pesar de que nosotros éramos religiosos) y que no teníamos el paraguas protector de nuestros padres, porque muchos de ellos se habían dejado ya empezar a engatusar por las mieles del sistema, desde la izquierda socializante, hasta en la mayor parte de los casos por la derecha nauseabunda.
Y no contentos con eso, nuestra militancia recibió un golpe tremendo. Mientras que por una parte teníamos un cisma interno entre la juventud y la senectud, entre el sentir revolucionario y el miedo o prudencia que dan las canas, entre la sangre caliente de los chavales y chavalas de Fuerza Joven, contra los mas “ puretas” del partido (sobre todo ellas, ) en lo que nosotros llamábamos “el imperio de la braga”; y que pretendían con una matriarcal forma de ver la vida, que los jóvenes fuésemos la mano de obra barata de Fuerza Nueva, los maniquíes que portasen las nuevas camisas azules y boinas rojas de nuestra uniformidad, y los obedientes chavales que guardasen respeto y obediencia absoluta a nuestros mayores, no porque se lo hubiesen ganado, sino sólo por el hecho de serlo. El golpe que recibimos, consistió como digo en que además de ese cisma interior, surgió una escisión en nuestra sección juvenil; una de las miles de escisiones que la sucederían, y en mi caso, una de las más dolorosas.
A Juan Ignacio le veíamos habitualmente, aunque le veíamos poco, porque se solía encerrar en aquel despacho donde se cocían las grandes cosas de Fuerza Joven, despacho por el que antes o después también vimos pasar a los Eduardo Olivares, Carlitos Agulló, o Jose María Carrera. Pues bien Juan Ignacio era un líder nato, imagen que además se veía acrecentada por la aureola de misterio que suponía para los más jóvenes el hecho de que dirigiese la sección C (la 1ª línea de Fuerza Nueva), y que estuviese tras de la puerta de su despacho permanentemente reunido. (Yo recordaba aquella canción…¿Qué habrá detrás de esa puerta verde?)
Era sin embargo, Juan Ignacio un individuo de sonrisa franca, agradable cuando nos encontrábamos con él, imponía admiración y respeto, tanto por él mismo como por su uniformidad; un poco bravucón, bueno eso era lo normal, en mayor o menor medida todos lo éramos.
Y de repente un día cuando llegamos a la sede, Juan Ignacio ya no estaba allí, se había marchado con su guardia pretoriana, se había llevado armas y pertrechos, y a lo mejor de nuestra militancia.
Yo me sentí absolutamente decepcionado con ellos, comprendiendo sus razones, y cabreado más que nunca con el “imperio de la braga” al que hacía responsable de los hechos. Pero decidí quedarme en Fuerza Joven, primero porque no había sido informado de que se iban (ja, ahora me imagino que la sección C, hubiera tenido acaso que consultar a aquel imberbe muchacho sobre su marcha); segundo porque entendía que las cosas habían de cambiarse desde dentro, y marcharse no dejaba de ser crear una escisión y dividir fuerzas, cuando la idea de todos era esperar que llegase el ansiado momento de unidad con Falange de las Jons, en vez de que otro partido patriota entrase en Liza.
Era la escisión de nuestros hermanos, con los que ideológicamente no nos separaba nada, con los que habíamos combatido en las calles, contra la izquierda radical, y contra la derecha, eran los que nos habían enseñado todo, los que hablaban de disciplina y obediencia al jefe y a la cadena de mando, y sin embargo saltándose sus propias enseñanzas, se iban.
Ahora con el tiempo, puedo comprender sus razones como las de otras escisiones, pero en el fondo de mi corazón, cada vez que hay una separación dentro de una organización, me duele, me duele mucho; quizás por eso desde entonces lucho por la unidad, unidad de las fuerzas patriotas, unidad para vencer, unidad de acción. Respeto y unidad.
Sin embargo aunque por fuera manteníamos todos (escindidos y no escindidos) una imagen, lo cierto es que seguíamos teniendo relación. Podíamos estar en agresiones con resultado de heridos entre nosotros, y al mismo tiempo darnos el “queo” de que la policía había entrado en nuestras respectivas sedes y se había llevado material contundente de defensa y ataque que teníamos en ellas. Y lo que tardaban ellos en avisarnos, tardábamos nosotros en montar un armario de pared a pared tapando un cuarto donde teníamos escudos, bates, cascos o porras que así quedaban escondidos a los ojos de la policía.
Era una situación Beligerante entre Frente de la Juventud (que así se llamaron los que se marcharon) y Fuerza Joven, pero nuestra beligerancia era de guante blanco, o al menos yo así la viví. Con respeto, con cariño, y sin embargo con dureza.
Varios de los miembros del Frente de la Juventud fueron detenidos, por su militancia, y por acciones encaminadas a financiar su estructura. Y tras un periodo de muchos avatares, de repente un día nos dicen que se han cargado a Juan Ignacio.
Su muerte nos produjo a todos una infinita tristeza (por una parte dudábamos de si habría sido algún ajuste de cuentas debido a los enemigos que se había granjeado al liderar la línea más dura del mundillo ultra), pero enseguida nos dimos cuenta de que siendo como era una mosca cojonera para el sistema, se había producido un crimen de estado, en el que como algunos policías decían “muerto el perro, se acabó la rabia”.
Extremamos las medidas de precaución personal, por si su muerte no fuera la última, mirábamos en todas direcciones al entrar a casa, pero no, ninguno teníamos la entidad, ni la importancia para el sistema que Juan Ignacio, el que sobraba era él, y por eso le dieron permítase la expresión; “matarile”.
Jamás pude pensar que aquel hito supusiese el mayor acto de unión efectiva, de todo el colectivo, gente de toda condición personal y política, con sus uniformes puestos rindieron homenaje, al camarada, al amigo, al maestro o al… (con cariño) enemigo escindido.
Aquella fría mañana esperábamos en la calle Claudio Coello la salida del Féretro, de la que había sido su capilla ardiente toda la noche. Cuando salió un bosque de Brazos en Alto le arroparon. Lágrimas, emoción, la piel con carne de gallina. Algunos recordábamos el “Eugenio” de García Serrano: Juan Ignacio había elegido su muerte. Después la marcha con el Ataúd a hombros, la policía queriendo impedirnos ese póstumo homenaje, los momentos de tensión… y la policía reagrupándose, la policía formando, la policía cargando, y todo eso mientras nosotros llevábamos en nuestros hombros los restos mortales de nuestro camarada, inerte, camino de su última morada.
Jamás en 30 años de militancia política vi cargar a la policía con tanta saña, jamás vi tanta mala leche, tanto odio en sus caras, botes de humo disparando a dar, pelotas de goma. Estaban rematando lo que sus compañeros habían empezado en el portal de la casa de Juan Ignacio unas horas antes.
Tenían órdenes de Rosón (su jefe), del que sólo espero que sus huesos no encuentren nunca el descanso eterno por su cobarde actitud; tenían orden de que no continuásemos, estábamos llegando ya a la zona de Pirámides, no suponíamos ningún problema de tráfico, ni de orden público, pero cargaron como bestias, y nosotros en la medida de lo posible, combatíamos con rabia, pero sin medios, recuerdo haber visto a un camarada meterle un bolazo de goma a un policía entre la visera del casco, lanzando la bola con la mano.
Recuerdo que me tiraron al suelo y me esposaron, con la otra mano me aferré a un anciano al que le habían separado todo el cuero cabelludo de la cabeza del impacto de un bote de humo, les pedí que me dejaran para llevarlo a una farmacia a curar, y en la misma boca del metro de Acacias me soltaron y me llevé al hombre a una farmacia que allí sigue estando, y abandonándolo allí en manos de los farmacéuticos me marche nuevamente a la calle; la comitiva estaba disuelta, intenté llegar a toda velocidad al cementerio, pero cuando llegue a Juan Ignacio ya le habían dado tierra.
Habían conseguido que no pudiéramos rendirle el homenaje deseado a nuestro amigo, también habían conseguido que por unas horas todos fuéramos uno, como deseaba nuestro jefe Blas Piñar, y también que todos fuéramos revolucionarios como deseaba nuestro jefe Juan Ignacio.
Treinta años después su recuerdo sigue vivo, treinta años después su muerte no puede quedar olvidada. Treinta años después no ha habido detenidos, y los perros y los esbirros del sistema se tapan.
Treinta años después seguimos diciendo Juan Ignacio ¡¡¡ PRESENTE !!! y hoy como aquel día os convocamos a su homenaje.

Viernes 10 de Diciembre, 8 y media de la tarde, Iglesia de San Miguel y San Benito C/ Alcalá 83. (Madrid)
Y después de la misa hay una concentración en la C/ Claudio Coello, 41 a las 22,00h.

¡¡¡ PATRIA JUSTICIA REVOLUCIÓN !!!

SOBRE EL ENCANTADOR RUBALCABA.

Porque según Wikileaks, esa página web dedicada a los trapos sucios, Estados Unidos considera a Rubalcaba “inteligente, capaz y encantador”. Lo cuenta Minuto Digital, que se hace eco de El País.
Nada extraño, si tenemos en cuenta que Estados Unidos consideraron en su momento como un mero reformador agrario a Mao; vieron bien -y quien sabe si no ayudaron- a Fidel Castro; abandonaron al Sha de Persia frente a Jomeini; ayudaron a la Mafia frente a Mussolini; dieron a Sadam Hussein la impresión de que no pasaría nada si invadía Kuwait; entregaron a la URSS media Europa en la GMII, y tantas otras cosas que se me olvidan en este momento, pero que demuestran la gran visión de futuro y el impresionante conocimiento de la política internacional y de los gobernantes del ancho mundo que los Estados Unidos tienen desde siempre.
Que Santa Lucía les conserve el oído, porque la vista ya no tiene arreglo.

SOBRE COMO SE ESCRIBE LA HISTORIA.

En cosa de un par de semanas, he recibido por dos sitios absolutamente diferentes un correo electrónico con imágenes, se supone que demostrativas, del horrible machismo imperante en la época de Franco, y de la esclavitud la mujer en tales momentos.
Las adjunto para que se hagan una idea. Como siempre que incluyo imágenes que debo reducir para que quepan en el diseño de la página -reminiscencia de mi época de publicaciones en papel-, pueden pulsar sobre ellas para verlas a tamaño original.


Prueba irrefutable de que en los años cincuenta del pasado siglo la mujer estaba sometida al hombre, de que Franco esclavizaba a las féminas, de que el fascismo las consideraba meros objetos, ¿verdad?. Prueba igualmente irrefutable de lo atrasadísima que estaba España, en contra de la modernidad del resto del mundo ¿no es eso?
Vale; pués ahora tengan la bondad de echar un vistazo a la siguiente imagen. Imagen que demuestra -a poco que se entiendan cuatro palabras en inglés- cómo ese aberrante trato del franquismo a la mujer, no era sino mera copia de lo que estaba en boga en la gran democracia yanqui, orígen de buena parte de los plagios hispanos, y así nos va. Pulsen sobre la imagen si quieren verla a tamaño real.


El problema es que en España siempre hay -fundamentalmente entre las clases altas, los afrancesados de cada época, y las medias con ínfulas- los suficientes snob para recibir con los brazos abiertos todo lo que venga del extranjero, sea lo que sea. Y bien está recibir con alborozo la máquina de vapor, o el aeroplano, o el teléfono; pero hay cosas que son pura chabacanería y se elogian como el no va más, lo que nos sitúa como el estercolero de la mediocridad.
Cualquier editor avispado -no veo pie de imprenta indicativo, pero en la útima página se lee un "extra" que indica claramente una publicación periódica- pensaría que tenía clientela para aquellos consejos a la buena esposa que venían de USA, tan progresista. Y ahora, cualquier necio -etimológicamente hablando, no se me sulfuren los bienhablados- lo descubre en un desván, y lo saca como prueba de lo retrógrado que era el franquismo, cuando lo cierto es que las cosas eran así en todas partes.


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