Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 22 de julio de 2010

SOBRE LA ADVERTENCIA MONTILLANA.

Montillana de Montilla, José, el charnego que aldeaniza en Barcelona; y que -según El País- no tuvo mejor cosa que decir ayer, tras echarse unas parrafadas con su generoso protector Rodríguez, que afirmar que el Estatuto "también es un problema de España".
Dice también El País que además, Montilla ha lanzado un mensaje claro: "Los gestos políticos que espero, espero que aquellos que los tengan que hacer los hagan".
Bueno, será claro -en su literalidad, digo- para El País y para los necios que pastan estereotipos porque, lo que es gramaticalmente, la frase no hay por dónde cogerla. En cambio, si resulta muy claro el contenido. Tan claro, que el señor Rodríguez y la señora Fernández de la Vega lo han entendido.
Lo han entendido tan bien, que están dispuestos a saltarse la sentencia del Tribunal Constitucional con las argucias y leguleyismos que sea menester, cosa que tampoco es de extrañar en esta gente.
Sin embargo, en una cosa estoy de acuerdo con el charnego pijoprogre Montilla: el Estatuto "también es un problema de España"
Problema que tiene una solución difícil aunque clara, y reflejada en la Cosntitución vigente queda: anulación de la autonomía de todas las regiones separatistas, como primera medida.

SOBRE LOS EJEMPLOS PROGRES.

Premiadísimo escritor -al que confieso no haber leído, ni ganas-, ejemplo de progresismo, tótem de la modernidad, ejemplo de coherencia... Bueno, todo eso y más, mucho más, se dijo en su día sobre José Saramago, que antes de fallecer tuvo ocasión de saltar en defensa del prevaricador Garzón.
Y ahora resulta, miren por dónde, que va la Audiencia Nacional y dictamina que el modélico escritor, icono del pijerío rojo, había estafado a la Hacienda española 717.651,78 euros.
Vaya con el difunto don José; se nota que eso de ser comunista está bien, sobre todo, para los demás.

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