Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 16 de junio de 2010

SOBRE LA NORIA Y LOS BURROS.

Informa La Gaceta de que en el programa La Noria, los coprófagos de Telecinco arremetieron contra Eduardo García Serrano, ridiculizando sus disculpas por lo dicho sobre la señora Geli, socialista catalanista cuya consejería se dedica a promocionar las actividades sexuales entre menores de edad.
Además, como el Pisuerga pasa por Valladolid, el Manzanares por Madrid, el río catalán que nace en tierras extrañas por Zaragoza -aunque les joda-, y los burros por la noria, aprovecharon para meterse con la Iglesia Católica.
De esta forma, doña Pilar Rahola aseguró que “los curas siempre han sido muy represores. Les decían a los niños: no te toques, no te toques, que te vas a quedar ciego”. Lo que viene a demostrar que la señora Rahola ha debido tener contacto suficientemente próximo con niños que le han comentado estas intimidades, es de suponer que una vez crecidos.
El presentador de La Noria, Jordi González, -que vaya apellido charnego para catalanista nombre- abundó en la misma idea: “No te toques, no te toques, que ya te toco yo”. Vale, él sabrá a quien le ha dicho esas cosas, o quien se las ha dicho, y cual es el resultado en su desarrollo profesional.
Y, por último, el más gracioso. ¿Se acuerdan ustedes de aquél Jorgito que iba siempre detrás de Fraga, tirándole de los faldones de la chaqueta a ver si chupaba rueda? Ese mismo: Jorge Verstrynge, una nulidad tan absoluta que hasta en el PP -AP entonces- lo echaron a patadas. Lo de este fulano es de traca, de psiquiátrico de guardia y de vergüenza ajena. O de una sin par desvergüenza propia, chaquetero con máster, tonto de baba, necio impertérrito, gilipollas máximo.
Este es el fulanito que allá en los primeros años de la Transición se acercaba -abrigazo largo con aires de SS- a la calle Goya para largar propaganda nazi y vender cuatro cositas del mismo estilo, llaveros, pegatinas, encendedores, cubiertos de esvásticas.
Pasó de ahí a la AP fraguista, y cuando lo echaron por inútil se acercó al socialismo. Como ni siquiera los sociatas, que tanta mercancía averiada han recibido siempre -véase el rojo Bermejo, el rojo Garzón, el rojo Roldán, el rojo Barrionuevo, el rojo Vera...- lo quisieron entre ellos, se pasó a la ultraizquierda, donde no le hicieron ni puñetero caso. Acabó siendo asesor del rojo Chávez; el venezolano, no confundir con el Chaves andalusí de cortijo y subvención a su niña.
Ahora parece que ha vuelto a los orígenes de pronazi y germanófilo, que le llevaron a poner nombres alemanes y simbólicos a sus vástagos, según comenta quien le conoció, que no es mi caso a Dios gracias.
Pues esta mariposita que revolotea entre múltiples capullos ideológicos, afirmó en la burrinoria telecinquera -en referencia a Eduardo García Serano- que: “Este señor no quiere que los jóvenes aprendan a masturbarse, prefieren que los profesores de la masturbación sigan estando en los confesonarios”.
Sin darse cuenta, el señorito Verstrynge dijo una gran verdad: que la prensa rosa y la prensa amarilla, las teles rosas y arcoiris, las leyes rojas y los tontos multicolores, han creado unas generaciones que hasta para lo más básico necesitan ayuda, seres necios que carecen hasta de los instintos de la especie y a los que hay que enseñar incluso a masturbarse.
Y aquí debe estar el problema de Jorgito Verstrynge, tan cortito que hasta lo más instintivo le resulta difícil y necesita que le enseñen.
¡Pobres animalicos de noria, camino sin principio ni fin, sin origen ni destino, panfletarios mamporreros!

SOBRE INFORMACIÓN OBJETIVA Y VERAZ.

La que ofrece 20 Minutos de hoy, en la página 4 de la edición papel de Madrid, a la que pueden acceder pulsando sobre la imágen.
A media página, tres columnas y foto de buen tamaño, cuenta la apertura de un juicio en que un español está acusado de haber golpeado a un congoleño que, a resultas, quedó tetrapléjico. Como el agresor es blanco y el agredido negro, es evidente para los gilipollas el móvil racista y xenófobo. Y como además, dicen que gritó en algún momento ¡Arriba España!, es evidente que el agresor es un facha, un ultra, un intolerante y algunas cosas más que, sin duda, se le ocurrirán al antiguo terrorista Esteban Ibarra.
La tendenciosidad es obvia y habitual. Pero para completar, en la misma página, media columna, 20 Minutos da cuenta de que en breve comenzará el juicio contra unos violadores en serie, que ejercían sus funciones en el Parque del Oeste de Madrid, donde elegían a chicas de entre 17 y 24 años que iban con sus novios, y mientras uno las violaba los otros aguerridos hideputas sujetaban, golpeaban y robaban a los novios.
Lo que no dice el veraz, objetivo y ecuánime periodiquito, es que los agresores, violadores, hideputas, son extranjeros.
Así nos están escribiendo la tolerancia los terroristas de la subvención y la prensa amarilla.

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