Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 14 de abril de 2010

SOBRE UNA PANDA DE GARZONES

Dicho sea -ya que no en primera ni segunda, ni quinta ni sexta acepción- en la tercera -esto es, vocero del mandamás-, y probablemente en la cuarta, o sea, afeminados.
La pandilla de los garzones se entretuvo ayer en una cuchipanda organizada por UGT y CC.OO. en la Universidad Complutense. Lo que tengan que ver estos sindicatos chaperos, gubernamentales, estafadores -PSV mediante-, rufianescos, con la Universidad, me lo vayan explicando.
Y si los asistentes eran estudiantes de medicina -aunque por las fotos no lo parecen, o llevan algunos cursos perdidos y son militantes ejemplares de la rama de vagos de esos sindicatos- me decantaré a favor de los médicos inmigrantes, caso que ha levantado cierta polémica recientemente, porque si cuando mi medico -una señora bastante seca y algo antipática, pero profesionalmente aceptable- se jubile, ya se lo que me espera si caigo bajo los estetoscopios de esos presuntos estudiantes de medicina rojiprogres de salón. Por lo menos, volveremos a aquellos tiempos -mitad y finales de los 80- donde los anuncios de ofertas de trabajo para abogados llevaban indefectiblemente la advertencia: licenciados de la Complutense de Madrid, abstenerse.
Acaso es que no tienen nada que hacer -los sindicatos ya han cobrado todo lo cobrable con los EREs que dejan miles de trabajadores en la calle y una pasta gansa a quien los firma, y los estudiantes saben que lo mejor que encontrarán será trabajar de reponedor en un supermercado-, y se distraen jaleando a un juez con peregrinos argumentos -vaya es un decir- que voy a responder.
Un tal Carlos Jiménez Villarejo, del que El Mundo -que es de donde tomo la información- dice que fue fiscal anticorrupción -cuyos resultados profesionales saltan a la vista y a los tribunales cada día- afirmó que "la admisión de las querellas es una falta de respeto a las víctimas del franquismo y un instrumento para favorecer la actual expresión del fascismo español".
Para empezar, señor Jiménez -usted perdone, es una deformación de mi educación franquista, ya salta a la vista que no es un señor- las víctimas serán "presuntas", ¿no?. ¿O es que la presunción de inocencia sólo se aplica en un sentido; esto es, cuando les cojen a ustedes con las manos en las filesas y malesas, o en el Vita, o con los trabucos en las chekas, verbigracia la de la calle Fomento, bien documentada y famosa?.
Dice este individuo que la admisión de querellas favorece la expresión del fascismo. Además de tonto -que no se le supone, sino que lo demuestra- este tío es inculto. O rojo, pero de los rojos soviéticos, los de los millones de asesinatos del padrecito Stalin y los del libertad ¿para qué? del abuelito Lenin. Fascismo fue el italiano; Falange Española dejó bien claro, desde el principio, que no era fascista- ¡Ah, claro! Que eso lo dijo aquél joven abogado al que ustedes asesinaron, y entonces no vale; lo único que vale es lo que dicen los rojos.
En todo caso, la admisión de querellas favorecerá el intento de saber si se ha cometido un delito. Entiendo que para ustedes, los rojos de guardarropía potemkiniana, eso de que cualquier ciudadano pueda querellarse contra un presunto delincuente, aportando las pruebas que posea, es un desafuero. ¡Ahí es nada, que vengan a tocarles el chiringuito los donnadies de la ciudadanía de a pie!Porque hasta el momento, lo único que hay es una querella -al parecer suficientemente documentada como para ser admitida- pero no una sentencia. ¿O es que ustedes -con superior conocimiento que el resto de los mortales- ya dan por supuesto que lo denunciado es cierto y que la sentencia sólo puede ser condenatoria? ¿Acaso por ahí nos duele, Carlitos?
No se, señor Jiménez Villarejo, si los jueces que componen el Tribunal Supremo han sido cómplices de torturas. Probablemente, alguno de mis camaradas encarcelados haya sido torturado -física o psicológicmente, o de ambas formas- con la anuente mirada a las nubes de ese Tribunal. Porque si lo que dice de que esos jueces formaban parte del Tribunal de Orden Público fuera cierto, habría que reconocerles una excelente carrera profesional para -con su edad actual, que promedia en la cincuentena según he leído- haber terminado sus estudios y su oposición con 20 años. Unas lumbreras a las que -por lo que se desprende- usted envidia profundamente. ¿O usted, señor Jiménez, hizo otra carrera y no sufrió oposiciones? Desconozco su trayectoria, señorito Jiménez, y no merece la pena ponerme a buscarla a ver si su carrera profesional se ha beneficiado de las maravillas tecnológicas de la corriente eléctrica.
Otra historia sería hablar sobre las torturas -presuntas ¿no?- del franquismo. Porque no conocí a nadie que hubiese sido, no ya torturado, sino siquiera arrestado, hasta el advenimiento de esta memocracia. Bien es cierto que jamás me relacioné con delincuentes. Con comunistas, si; pero no delincuentes.
En todo caso, supongo que los jueces del Tribunal Supremo denunciarán sus insultos, y usted se verá procesado como Garzón, con lo cual tal vez alcance también algo de fama y sus tres titulares en prensa amarilla, antes de irse a la cárcel que le corresponda.
Por lo que dice El Mundo, al señor Jiménez que los "tribunales democráticos" son incompatibles con "ponerse en manos" de la Falange y de los "corruptos" que denuncian a Garzón por investigar el "caso Gürtel".
Para empezar, esa definición de tribunales democráticos huele mucho a tribunales populares de la II república soviética. Los que los rojos se inventaron cuando los tribunales legales dejaron de existir porque los jueces habían sido asesinados previamente. Afortunadamente, todavía queda un leve poso de Estado de Derecho, y la Falange -y todos los que de una u otra forma, con o sin afiliación en uno u otro grupo, somos Nacionalsindicalistas- tiene, si nos remontamos a esta mierdocracia, una trayectoria mucho más ejemplar que la de los sociatas. Y si nos remontamos al siglo pasado, le da sopas con honda y a la remanguillé.
En cualquier caso, la Falange -y cualquier persona- tiene, no sólo el derech, sino la obligación legal, de denunciar cualquier delito del que tenga conocimiento. Incluso si el presunto culpable es un juez socialista.
Además, los peperos gurtelianos no son los que han dicho esta boca es mía -seguramente tienen por qué callar- sobre las garzonadas. Otro asunto, por cierto -el de la correa germanizada- donde a Garzón le dijeron las instancias judiciales correspondientes que no era asunto de su competencia, y que lo traspasara a los tribunales correspondientes. ¿Ha oído usted hablar, señor Jiménez Villarejo, del derecho de cualquier acusado a su juez ordinario predeterminado por la ley (C.E., art. 24), y que lo contrario -esto es, los tribunales excepcionales- están prohibidos (C.E., art. 117), y que el Ministerio Fiscal debe velar por la independencia de los Tribunales (C.E., art. 124)?
En una cosa si tiene razón el señor Jiménez: en que este pequeño, casi imperceptible poso de justicia y ecuanimidad que queda en los Tribunales españoles son "la sombra de la dictadura". Cuando se acabe esa ya mínima "sombra", caeremos en la "justicia democrática": la del linchamiento en la prensa gubernamental, los insultos verduleros en las calles, las turbas de liberados sindicales y vagos adheridos y, finalmente, las chekas socialcomunistas. Nada nuevo bajo el sol.
Por su parte -sigue diciendo El Mundo- Cándido Méndez, el de la UGT -ese sindicato cuyos mandamases comen a 50 euros el cubierto en sus reuniones- dijo que Garzón es "víctima de los franquistas pasados y actuales". Hombre, Cándido, asumo con gusto -y hasta con deleite- la parte que me pueda tocar en el entrullamiento del prevaricador y corrupto; pero eso de los franquistas pasados háztelo ver. No sea que también tu caigas en la aberración intelectual de pedir el certificado de defunción del Excelentísimo Señor Don Francisco Franco Bahamonde. O, peor aún -para ti- que los que te untan desde el Gobierno piensen que te refieres a ellos: Bono, RuGALcaba, Fernández de la Vega, el rojo Bermejo... Ándate con ojo, Cándido, que te quedas sin subvenciones.
Y más aún, tomando la literalidad de otra de tus frases: "Estamos ante una vergüenza histórica. Ante una farsa de juicio que todos los demócratas debemos denunciar".
Pues si; en esto llevas razón: es una vergüenza histórica que todos los enanos os hayáis unido, a treinta y cinco años vista, para mentir como bellacos; para hacer un "juicio" donde el acusado no se puede defender, y a quien intenta cantar las verdades se le destierra al averno de los incorrectos. Es una vergüenza histórica que los que os llenáis la boca -entre canapé y canapé- de la palabra democracia, defendáis a un juez carente de la primera condición necesaria para juzgar, la imparcialidad, porque Garzón es un juez socialista. ¿Esa es vuestra democracia; que los jueces -despues de asesinado Monrtresquieu por Alfonso Guerra- sean del partido?
¿Es vuestra democracia la que propone tu compinche Fernandez Toxo: ilegalizar a "organizaciones que en otros países estarían ilegalizadas"?
Me parece bien en cierto modo: por ejemplo, los sindicatos dependientes del Gobierno no suelen estar bien vistos en las democracias, salvo la cubana, venezolana, y otras reliquias de la extinta Unión Soviética. Que os ilegalicen, por chaperos, traidores y marranos, dicho sea esto último sin connotaciones racistas y sí porcinas; esto es, equivalente a cerdos, guarros, cochinos, puercos, tocinos, cutos...
Pero antes de ilegalizaros, que te hagan caso en algo; en que la Ley de Amnistía "no puede amparar el genocidio". Y que empiece el imputado Garzón -o cualquier otro, a ser posible con mejor capacidad en la instrucción de sumarios- a investigar los genocidio de Paracuellos, de Camuñas, de Torrejón de Ardoz, de la misma Alcalá de Henares, donde hace uno o dos años se negaron a investigar más los sociatas, no fuera que uno de los cadáveres de asesinados por la República resultase el de Andreu Nin.
Que empiecen a empapelar a Carrillo, que todavía está vivito, para dar ejemplo sobre los genocidios. ¡Ah, no! Que eso no se puede investigar porque -lo sentenció el juez Garzón hace unos años- aquellos presuntos delitos estaban incursos en la Ley de Amnistía que ahora parece no valer...
Lo mismo tampoco vale para otros delitos, y lo primero que se debería haber hecho era llamar a la Policia para detener a los trogloditas que exhibían banderas de la II República, y al rector de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Berzosa, como último responsable de lo que ocurría en sus dominios. Un individuo que -posiblemente obnubilado por las collejas que le dieron los estudiantes hace poco, a cuenta de su actitud dictatorial sobre el tema de los Colegios Mayores- afirmó que "estas cosas son políticas y no simplemente jurídicas".
Pues ahí está la clave, señor acollejado Berzosa: en que esto es un despiporre político, en favor de un juez político, realizado por paniaguados políticos, y en contra de la más elemental justicia.
¿Ven ustedes como incluso los más avezados mentirosos, los más preclaros enchufados, los más diáfanos sinvergüenzas, los más evidentemente amorrados a la ubre gubernamental, acaban diciendo alguna verdad? Pues otra muestra: después de la cuchipanda, el señor Maragall -que se había apuntado al bombardeo, o lo habían llevado de la manita- se reunió con Garzón y le entregó "una estatuilla de Francesc Ferrer i Guàrdia, ejecutado injustamente por instigar la revuelta conocida como la Semana Trágica de 1909."
O sea, que no se trata del franquismo, sino de defender a todos los criminales que en el mundo han sido. Típico tic socialista, que a fin de cuentas siguen sintiéndose carne de presidio.

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