Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 16 de octubre de 2009

SOBRE EL "MARRANO" ZAPATERO.

Antes que nada, por los garzones o los bermejos que pudiese haber al acecho, advertir que no estoy calificando de marrano al señor Rodríguez, sino que -según un periodista israelí citado por El Mundo- es él quien lo cuenta.
Lo que si afirmo es que Rodríguez Zapatero es tonto. Que Rodríguez Zapatero es necio; esto es, carente de ciencia, que es la etimología del término. Que Rodríguez Zapatero es más bobo que Pepiño, o sea, casi cum laude. Que Rodríguez Zapatero es un cabestro, un falsario, un mentiroso compulsivo y un mentecato. Que Rodríguez Zapatero es un enfermo mental -psicólogos que conozco me lo diagnostican de próximo a la paranoia, y me asombra hoy comprobar cómo hace tres años largos vaticiné su trastorno comparándolo a Nerón y poniendo de guía el nombramiento de Pepiño como ministro-; y es, sobre todo y ante todo, oceánicamente inculto.
Ahora sale el rojo de mierda -rojo se lo dice él; que es un individuo de mierda está a la vista de todos- diciendo que 'Antisemitismo había con Franco'.
Y se queda tan ancho, el hijoputa, con esa sonrisa de tonto de baba -cicatriz de maqueting en un rostro de pasmao-; con ese destripe de ojos besuguiles sin asombro; con esos calderones, no de buen actor, sino de encefalograma plano.
Había tanto antisemitismo, capullo, que el mismísimo Franco ordenó el reconocimiento de la nacionalidad española a todos los sefardíes, extendiéndola a cuantos judíos en peligro la pidieran. Había tanto antisemitismo, que Sanz Briz -embajador español- salvó a millares de judíos. Claro que -según tú, Rodríguez rojo de mierda Zapatero, y los que contigo cursan con éxito el master de cuatezonez avanzada y soplapollez aguda- los embajadores de España actuaban a espaldas de Franco y en su contra.
Había tanto antisemistismo, que los soldados de la División Azul -alguno de ellos de procedencia judía, ya ves- jamás hicieron el menor caso de las estrellas amarillas con que los nazis los distinguían, y divisionario hubo que, en presencia de policías alemanes, cedían el asiento a ancianos judíos, o recogían paquetes que a alguna mujer se le había caído. Y ¿sabes qué? Cuando los policías alemanes le señalaban la estrella amarilla, los soldados divisionarios mostraban la Bandera de España que engalanaba sus guerreras. Y ya estaba todo dicho.
Así que ya ves, gilipollas resentido y estúpido, el antisemitismo que había con Franco. Un Franco que no reconoció al Estado de Israel, si; porque España mantenía relaciones estrechas con los países árabes -que entonces eran árabes, no terroristas- y así convenía al interés español. Pero que jamás se puso el pañuelo del terrorismo palestino, porque Franco era un estadista, y tu, rojo de mierda, eres un mamarracho.

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