Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 20 de abril de 2009

SOBRE EL HOMENAJE A GARZON.

Homenaje que -dice Diario Ya-, le van a ofrecer Artistas e intelectuales.
Gracias a Dios que ni soy artista ni intelectual; no podría soportar que me confundieran con algún asistente.

SOBRE UN COMENTARIO SERPENTIL.

Mi tocayo del blog Rafa España me hace llegar enlace del comentario que un fulano firmado snake le hace a una entrada suya. Como sería muy prolijo copiar aquí todo, me permito rogarles que lo lean en su lugar original y en su correspondiente orden (es decir, primero la entrada, despues el comentario snakiano) y luego sigan -si gustan- leyendo mi respuesta a ese comentario serpentil, aquí debajo o en el blog de Rafa, como prefieran.
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Aunque ya respondes a esta viborilla anglosilbante, me gustaría terciar para aclarar alguna coseja al culebrillo.
Lleva razón la sierpe en que hay que acabar con la tiranía de la costumbre. La costumbre de santificar a los maricones, a las asesinas de sus hijos, a los vagos y maleantes de toda índole.
Acabar con la costumbre de considerar que la sexualidad corresponde al ámbito privado, por más que nos la pasen por delante de las narices en la televisión, la radio, la prensa, internet y el BOE.
Acabar con la costumbre de tragar cuando algún lengüibífido saca el topicazo de que la Iglesia lleva adoctrinando dos mil años, y que la EpC no adoctrina. Acabar con la costumbre de considerar personas -es decir, sujeto de derechos- a los que piensan y obran y toleran contra natura. Contra natura, porque incluso esta serpiente políglota ha tenido padre y madre. Padre y madre, hombre y mujer, macho y hembra: no progenitor A y B, del mismo género.
Desmantelar la Legión es pacifista. Claro; porque la Legión se va a soltar leches por su cuenta. Se juntan tres cabos y un sargento, y hala, a hacer la guerra sin que la señora Chacón levante una ceja. Y ahorro para el contribuyente, por supuesto que sí. Pero me gustaría que este Estadillo tan democrático, me consultara sobre el destino de los impuestos que pago y de los que me roba. Lo mismo resultaba que la mayoría ciudadana prefería tener más Legión y menos oenegés.
El contribuyente no es que no deba; es que no tiene por qué estar obligado a mantener determinados cultos. Que a la Iglesia Católica se le devuelvan todos los bienes desamortizados en varias ocasiones -siglo XIX fundamentalmente- y empezamos a hablar de igualdad. O que el contribuyente pague todos los servicios sociales que realiza la Iglesia.
Por último, hace muy bien la culebra en pedir que se abandonen los prejuicios y la intolerancia y se abrace la libertad. Por ahí se empieza, por reconocerlo. Ahora, que lo ponga en práctica.

SOBRE LA INTOLERANCIA EN MOVIMIENTO.

Cuenta el panfletillo Qué! de hoy -página 5-, que el movimiento contra la intolerancia e IU han denunciado ante la fiscalía las actuaciones "xenófobas, neonazis, ilegales y racistas" en la manifestación ultraderechista del pasado 28 de marzo en Vallecas.
 
Uno pensaba, al ver en la mismísima televisión las imágenes de energúmenos variados haciendo el cafre frente a la policía, que los intolerantes y actuantes ilegales eran los que querían impedir el ejercicio de un derecho constitucional a los otros; en este caso, los llamados ultraderechistas. Uno pensaba que el señor Ibarra, tolerante máximo del reino, protestaría ante las amenazas y el intento de agresión a quienes se manifestaban con todas las de la ley. Uno pensaba que IU -más bien IHu- pondría el grito en el cielo -perdón, en las nubes, que son laicos- ante la actitud antidemocrática y delictiva de quienes pretendieron reventar un acto ajustado a derecho y a la normativa vigente y, en consecuencia, debidamente autorizado.
 
Uno, en su inocencia, creía que la formación de guetos era algo xenófobo, y que por tanto nadie en su sano juicio estaría conforme con que una marabunta de maleantes se hiciera con la propiedad de un barrio.
 
Pero parece ser que no. Que los demócratas entre los demócratas -que siempre son los comunistas desde que el padrecito Stalin untó debidamente los engranajes de la prensa liberal-, y los tolerantes entre los tolerantes, que son los del jóven -por más que ya peine tantas canas, al menos, como este su servidor que suscribe- Ibarra, están a favor del racismo -esto es: que los blancos no se puedan manifestar en zonas que han copado los negros-; están a favor de la xenofobia -esto es: que los españoles no puedan circular por los barrios ocupados por extranjeros-; están a favor de las actitudes ilegales -es decir, apedrear o tratar de quemar a los policías, impedir el derecho fundamental de reunión y manifestación, agredir al que piensa distinto-, y encima tienen la supina desvergüenza de pretenderlo en los Tribunales.
 
Sobre la acusación de neonazis -que salvo mejor criterio del señor fiscal a mí no me parece nada malo, sino incluso más respetable que ser comunista o tolerante de profesión y subvención- es innecesario decir nada. Los neonazis son siempre los otros, también desde el ungüento mágico del padrecito Stalin, que aún dura, porque la gilipollez no se detiene.

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